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Pausa
Ha llovido en el arenero del jardín de infantes, pero Alex y Lucas se sientan de todas formas en el suelo mojado. Es el segundo recreo y hay nubarrones oscuros en el cielo de Mercedes. Alex tiene la boca llena de una pasta celeste, y Lucas lo mira con un poco de envidia infantil.
Después de los atentados del 11-S comenzó a crecer la manía de aplaudir en los aviones.
Esta semana la revista Nature Neuroscience ha vaticinado la extinción de la caricatura del psicólogo, tal y como la conocemos: el señor adusto con pipa, apoyado en su sillón con indiferencia de tótem, mientras nosotros, pobres infelices, nos hundimos en el diván y oímos la frase típica: «Bien, hábleme de su infancia».
¿Alguien me recordará cuando me haya ido? Y no hablo de morir, sino de cuando por fin deje este hospital. El mayor de mis temores es ser olvidado por los que he tenido cerca: el doctorcito, mis compañeros, las enfermeras.
Hace unos meses empecé a recibir correos electrónicos de paraguayos enojados. No unos pocos correos, sino cientos. La gran mayoría de los mensajes me amenazaba con diferentes destinos como la muerte, la típica golpiza o el infaltable corte de piernas. Me asusté muchísimo, porque soy cobarde, y porque soy curioso quise saber el motivo de semejante encono. Lo encontré enseguida: el periódico de mayor tiraje del Paraguay, de corte sensacionalista, había publicado un artículo donde se informaba que un personaje mío ridiculizaba a su pueblo.
Lucas y Alex, dos amigos de cinco años, están jugando en la placita del Hospital una tarde de verano. Lucas le tira piedras a las palomas, y Alex se queda mirando a un viejo que está sentado, como dormido, en un banco de madera. Ya se barrunta la llegada del otoño porque Mercedes está lleno de hojas que crujen. Los dos niños se dejan llevar, como cada tarde, por la conversación infantil.
Gracias a Dios el Nacho se salvó de la conscripción, porque justo ese año Menem la puso voluntaria. El Zacarías siempre dice que si la hubiera hecho no habría salido tan puto, pero yo creo que si me lo ponían al Nacho un año entero con un montón de soldaditos, hoy por hoy en vez de futuro padre sería travesti.