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Pausa
Cuando volvió de México, mi amigo Comequechu nos contó una historia. Dice que va paseando él, con su mujer y con su hija, por las calles de Jalisco y entonces descubre, a dos pasos, la imponente Universidad de Guadalajara.
La estupefacción mundial por el probable enjuiciamiento, en España, de Baltasar Garzón, le llama muchísimo la atención a los españoles, que parecen descubrir ahora cuánto se respeta al magistrado fuera de sus fronteras.
Estamos en 1980. Tengo nueve años y soy adicto a las figuritas Reino Animal. Si llenás el álbum te ganás una pelota de cuero. Yo quiero esa pelota, con gajos negros y blancos, que está colgada en la vidriera del kiosco Pisoni. Por eso compro figuritas. Compulsivamente. Cada billete que llega a mis manos, cada moneda, voy y compro paquetes de cinco figuritas. Los abro con nervios, porque me falta solamente una, la 64. Me falta la tarántula. Nombre científico, eurypelma californica.
Lo que más nos preocupa de esta nueva faceta del Nonno baterista no es el ruido que pueda meter en casa. Eso se arregla con cajas de huevo en las paredes o con algodón en las orejas. El problema más grave, lo que más nos atormenta, es que se convierta en el «loco del barrio».