Hay 0 resultados sobre la confianza

24 Sep

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Pausa

Yo no leo a Borges, yo soy hincha de Borges. Para ser hincha de Borges, pero hincha en serio, es necesario ir todos los domingos a la cancha. No vale con ser simpatizante; es decir, no vale comprarse tres o cuatro libros de Borges durante toda la vida y ponerlos en el estante. No vale haber leído a Borges.

Yo no leo a Borges, yo soy hincha de Borges. Para ser hincha de Borges,...
Una playlist de 125 cuentos

21 Sep

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No hace mucho tuve que ir a una cena de parejas. En realidad, una amiga de mi mujer se fue a vivir con un tipo, y mi mujer quería conocer al novio nuevo. Yo fui como adorno. Fui como simetría, un mueble fui en la reunión.

No hace mucho tuve que ir a una cena de parejas. En realidad, una amiga...
Una playlist de 125 cuentos

6 May

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Hay un libro hermoso del periodista peruano Julio Villanueva que se llama De cerca nadie es normal. Un título maravilloso, porque es verdad. Nadie es normal desde el microscopio.

Hay un libro hermoso del periodista peruano Julio Villanueva que se llama De cerca nadie...
Una playlist de 125 cuentos

3 May

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Pausa

Yo todavía vivía en España. Y una mañana recibí un correo de una revista de Bruselas: era una revista cultural que me quería hacer un reportaje. Les dije que sí, sin muchas ganas, porque yo estaba muy deprimido en esa época, y tuvimos una charla por Skype bastante simpática; aunque nunca supe bien de qué. Y después me olvidé de todo.

Yo todavía vivía en España. Y una mañana recibí un correo de una revista de...
Una playlist de 125 cuentos

16 Jul

Siete de la tarde en Buenos Aires. El teatro Margarita Xirgu está en silencio; una multitud de lectores ha llegado desde diferentes lugares de Argentina para oír la presentación de un libro. En una mesa vacía, sobre el escenario, esperan dos personas que se conocen desde hace, exactamente, treinta años. Uno ha llegado allí desde Luján; el otro, desde Barcelona. El más gordo de los dos ha escrito un libro; el más flaco está ahí haciéndole el aguante, como corresponde. El que se llama Chiri, muerto de miedo, empieza a hablar.
Siete de la tarde en Buenos Aires. El teatro Margarita Xirgu está en silencio; una...
Inéditos

18 Jun

Salir de casa para cenar con gente implica una serie de actividades molestas: bañarse, vestirse, perderse un partido de la Eurocopa, comprar un vino caro, sonreír dos horas sin ganas, a veces tres. Que te acompañen por las habitaciones para que veas una casa que no te importa. Dejar a tu hija con los abuelos, extrañarla. Cenar sin tele, sin cocacola, comer ensalada de primer plato, no desentonar, no fumar si no hay ceniceros a la vista. Muchísimo menos sacar la bolsita feliz. Son demasiadas cosas para la edad que tengo.

Salir de casa para cenar con gente implica una serie de actividades molestas: bañarse, vestirse,...
El nuevo paraíso de los tontos

23 Feb

Los que estamos desde hace mucho aquí dentro nos preguntamos infinidad de cosas sobre vida cotidiana. Cosas que se inventaron cuando ya estábamos aquí y no hemos podido disfrutar, como por ejemplo el airbag, el puré instantáneo sin leche o el voto electrónico. ¿Cómo serán esas novedades? ¿Cómo serán el teléfono inalámbrico, la cerveza sin alcohol y los muebles de Ikea? 

Los que estamos desde hace mucho aquí dentro nos preguntamos infinidad de cosas sobre vida...
Seis meses haciéndome el loco

20 Jul

Nunca jamás en la reputísima vida caímos en la vulgaridad de festejar el veinte de julio. Es más, en las épocas en que el Chiri y yo nos pasábamos las tardes juntos, nos inventábamos una excusa para desencontrarnos durante los días del amigo. Nos daba vergüenza tener que decirnos "feliz día", caer en esas extravagancias que se dicen los maricones. Con los cumpleaños nos pasaba más o menos lo mismo. Pero con los veinte de julio muchísimo más.
Nunca jamás en la reputísima vida caímos en la vulgaridad de festejar el veinte de...
Inéditos

25 Feb

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Las pocas veces que he tenido que ir a un almuerzo de negocios (la última de estas desgracias ocurrió hace un mes), se ha dado una situación que me aterra. Es cuando llega el camarero del vino y sirve un poquito en mi copa para que dé el visto bueno. Es entonces cuando el mundo se detiene, la vida del restaurante se congela y, como en los cuentos de Poe, sólo se oye a mi corazón —cataplóm, cataplóm— galopar en pánico desbocado.
Las pocas veces que he tenido que ir a un almuerzo de negocios (la última...
Charlas con mi hemisferio derecho
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