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Pausa
Entre los muchos juegos de mesa que tenemos aquí para pasar las horas muertas, el que más éxito tiene es la baraja española. Los naipes suelen llevarse muy bien con los locos, desde el principio de los tiempos.
El niño hace dibujos en el papel, y entonces sigue siendo un niño. Pero un día, un día cualquiera, el niño dice: «Hoy aprenderé a firmar», y se pasa el día entero ensayando garabatos con su nombre y su apellido, en lugar de hacer dibujos. Ese día, el niño pierde la gracia y se convierte en un señor pequeñito.
De niño dormía la siesta bajo el amparo arrullador de una máquina de coser que se llamaba Singer. Aquel era uno de mis sonidos preferidos. La aguja automática cabalgando sobre las telas. Yo cerraba los ojos e imaginaba una lluvia de meteoritos, o una balacera en la esquina, o, a veces, un gusano gigante mordiendo la manzana de mi barrio. Tacatacatac.
El miedo es un animal dormido que tengo dentro, un animal blanco y desconfiado (parecido a un oso polar) que duerme de día y se despierta de noche. Mi miedo se despierta cuando hay relámpagos en el cielo, o cuando chirría el portón del patio, o cuando la sombra de la ropa mal doblada se refleja en la pared con la forma de mi padre. Su perfil, su mano en alto, su boca abierta.
Cuando se abre el telón, Alex y Lucas ya ocupan el centro de la escena, y están conversando con tranquilidad. No tienen más de cinco años cada uno, y son amigos desde siempre. Están en el arenero de la plaza del Hospital, rodeados de moldes, baldes de colores y juguetes. Es una mañana calurosa en Mercedes.
Cuando tenía diez años, la maestra nos hizo escribir quién era nuestro ídolo, y por qué. Ahora no recuerdo muy bien lo que escribí, ni a quién escogí como ídolo, pero sí recuerdo que casi todos mis compañeros de aula eligieron a su propio padre. Que mi padre esto, que mi padre lo otro... Entonces yo, para mis adentros, me pregunté: «¿Pero cómo es posible que la peña idolatre a un tío que lo único que hace es emborracharse y zurrarte?».
Ocho treinta de la mañana. Es un plácido día de sol en Mercedes y todos los niños del jardín de infantes revolotean alrededor de las hamacas y los subibajas. Lucas y Alex, dos amigos de cinco años, conversan durante el recreo.