Si lees estas líneas es porque hoy cumples trece años y porque yo estoy muerto. Las redacto antes de partir a la batalla, casi sin armas, para enfrentarme a un enemigo superior. Ahora eres un niño de once meses —llevo aquí tu foto— pero mi ahora es tu ayer y no nos sirve. Escribo a trompicones. Las balas pasan tan cerca que es probable que ya tengas trece años. Es buen momento, entonces, para que tengamos una charla de hombre a hombre. Me habría gustado hacerlo en persona, pero ya ves: las cosas nunca son como las deseamos.
Si lees estas líneas es porque hoy cumples trece años y porque yo estoy muerto....
Teníamos quince años, que para las mujeres es una edad recordable, para los perros el principio de la vejez, y para nosotros, los varones, nada bueno. Los quince masculinos son una transición del habla, una torpeza del cuerpo. Yo no sabía si Pablo se masturbaba, por ejemplo, ni él si yo; todavía hablábamos de cuestiones infantiles. Éramos amigos, bastante inseparables, aunque es verdad que hoy no lo seríamos tanto. Hay una edad, posterior a los quince, en donde las costumbres y los deseos distancian a los hombres.
Teníamos quince años, que para las mujeres es una edad recordable, para los perros el...
Hasta hace cinco años, lo más peligroso de la playa era el sol. Ahora —según me dicen—son los pederastas con camarita, porque le sacan fotos a tus hijos semidesnudos para publicarlas en Internet. «Disculpe, señora: ¿usted estuvo chupando el bronceador?», le pregunto a la vieja que gentilmente viene a alertarme de nuevo este flagelo de la sociedad.
Hasta hace cinco años, lo más peligroso de la playa era el sol. Ahora —según...