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Pausa
Esta semana la revista Nature Neuroscience ha vaticinado la extinción de la caricatura del psicólogo, tal y como la conocemos: el señor adusto con pipa, apoyado en su sillón con indiferencia de tótem, mientras nosotros, pobres infelices, nos hundimos en el diván y oímos la frase típica: «Bien, hábleme de su infancia».
Mis sueños solían ser siempre horribles, hasta que descubrí que están asociados con lo que ceno antes de acostarme. Durante meses he hecho diferentes experimentos gastronómicos, entremezclados con prácticas oníricas, y he llegado a conclusiones muy útiles. Ahora reduzco todas las posibilidades a cuatro únicas clases de pesadillas, y elijo la que quiero para cada noche.