Play
Pausa
Acaban de inventar en Japón una maestra de quinto grado. Se llama Saya, tiene la cara de goma y por dentro la surcan cables.
Íbamos en un taxi por la avenida Álvarez Thomas. Al llegar a la esquina de la calle Lugones el semáforo nos detuvo y entonces pude mostrarle a mi hija la fachada de la casa: «Mirá, Nina, fue ahí; en ese balconcito el Chiri me acuchilló». Mi hija alzó la cabeza y vio la ventana triste que todavía, veinte años después, estaba sin pintar. Se emocionó al reconocer el escenario: fue como si hubiera llegado al bosque original de Caperucita y el lobo. Después me pidió que le mostrara la cicatriz y que le contara otra vez el cuento.
—No quiero saber qué va a pasar conmigo, no quiero saber qué va a pasar con las personas que quiero. No quiero que se te escape una sola palabra ambigua; no quiero pistas. Respetá mi vida, Woung, respetá la felicidad de este noviembre en donde nadie se me ha muerto, quiero seguir acá un tiempo, no quiero que la sombra de tus datos me tapen el solcito— le dije a mi tataranieto—, lo que yo quiero saber del futuro es lo superficial, el chusmerío; soy demasiado cagón para todo lo que importa.
El 12 de septiembre de 2098 Woung viajará por segunda vez en el tiempo. Siempre, desde chico, había querido conocer a su tatarabuelo, porque Woung también es escritor, un joven escritor de 23 años. Al llegar a esta época, Woung me deja un mensaje en el contestador: "Hola, estoy buscando a Hernán Casciari, mi nombre es Woung. Usted no me conoce pero yo sí... Quisiera verlo. Llámeme por favor", y me da el número de un teléfono móvil.
En Mercedes existe el GIFAD (Grupo Investigador de Fenómenos Aeroespaciales Desconocidos), que agrupa a todos los mercedinos que alguna vez vieron algo raro volando. Yo les dije mil veces que los ovnis somos nosotros mismos en el futuro, pero ellos nunca me hicieron caso. Ahora, que tengo página web, puedo gritarlo a los cuatro vientos.
Diez de la mañana. Alex y Lucas están haciendo monigotes de arcilla en la mesita de Sala Verde, supervisados a veces por la señorita Claudia, y otras veces solos. Los demás niños, en grupos de a dos, hacen lo mismo en otras mesas.