Hay 0 resultados sobre las discapacidades

7 Ago

Hace exactamente un año, mi tataranieto Woung me ofreció la primera parte de un documento estremecedor sobre lo que nos depararán las primeras dos décadas del siglo XXI. Ese informe, que reproduje en Orsai, abarcaba veinte años y concluía en 2026, cuando Argentina se corona campeón en el Mundial que se disputa en Yugoslavia Hermanos. ¿Pero qué ocurre luego? Woung acaba de enviarme el segundo de los tres documentos. Allí nos explica, con dramático detalle, cómo será la vida entre 2027 y 2046.
Hace exactamente un año, mi tataranieto Woung me ofreció la primera parte de un documento...
El nuevo paraíso de los tontos

30 Nov

La última publicidad institucional de la ONCE (Organización Nacional de Ciegos Españoles, que también se preocupa de otras deficiencias) tiene por objetivo hacerle comprender a la sociedad ibérica, en general tan descreída, lo bien que se adaptan los discapacitados a su entorno.

La última publicidad institucional de la ONCE (Organización Nacional de Ciegos Españoles, que también se...
Todos los desechos reservados

20 Ene

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Pausa

Cuando uno llega a España no entiende muchas costumbres, pero creo que la más terrible (por encima del terrorismo y el tamaño ridículo de los yogures) es por qué insisten en descuartizar a la vaca muerta sin pedir consejos. ¿Por qué reinciden en el corte transversal paralelo al nervio, si ya saben que así no es? ¿Por qué el carnicero finge no saber qué significa «colita de cuadril» cuando es obvio que sí lo sabe, y pone cara fastidio cuando un cliente, nacido en un país ganadero y democrático, le pide un kilo?

Cuando uno llega a España no entiende muchas costumbres, pero creo que la más terrible...
España, decí Alpiste

25 Feb

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Las pocas veces que he tenido que ir a un almuerzo de negocios (la última de estas desgracias ocurrió hace un mes), se ha dado una situación que me aterra. Es cuando llega el camarero del vino y sirve un poquito en mi copa para que dé el visto bueno. Es entonces cuando el mundo se detiene, la vida del restaurante se congela y, como en los cuentos de Poe, sólo se oye a mi corazón —cataplóm, cataplóm— galopar en pánico desbocado.
Las pocas veces que he tenido que ir a un almuerzo de negocios (la última...
Charlas con mi hemisferio derecho
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