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Pausa
La respuesta rápida es por mi hija, por mi esposa, porque tengo una familia catalana. Pero si me preguntan en serio por qué sigo acá, en Barcelona, en estas épocas horribles y aburridas, es porque estoy a cuarenta minutos en tren del mejor fútbol de la historia.
Durante el último fin de semana, los comentaristas de Televisión Española estuvieron más atentos al comportamiento del público que a los partidos de la Copa Davis.
De chico coleccionaba estampillas. Las que más me gustaban eran las de los países que no existían más: Letonia, Estonia y el Tibet. Ahora hay muchas más naciones que no existen, que cambian el nombre, que desaparecen. La semana pasada, mirando la inauguración de los Juegos Olímpicos, me puse a pensar cómo sería el mundo si dejaran de existir los países de siempre.