Un debate ético está poniendo los pelos de punta al Gobierno español. La historia comenzó hace cincuenta días, cuando un grupo de piratas somalíes secuestró un barco atunero vasco en el océano Índico.
Algunos países europeos tienen por costumbre realizar un torneo de fútbol profesional en el cual los equipos grandes y millonarios se ven las caras (por única vez) con los clubes chicos de segunda división regional. En España se llama Copa del Rey y da comienzo todos los años por estas épocas.
Los problemas más graves de la sociedad, los que son de verdad incontrolables, a veces se solucionan con una creatividad sencilla.
Aquí, en España, el negocio del fútbol también genera divisiones políticas, debates, llamadas de trasnoche y comisiones millonarias. En este momento, mientras escribo, se están repartiendo la torta del mismo modo que en Argentina.
La especulación del ladrillo, que en Europa se conoce con el eufemismo de «burbuja inmobiliaria», está destapando más miserias humanas de las previstas.
Cuesta más de una sobremesa, e infinidad de gestos y ademanes, explicarle a un ciudadano europeo de mediana edad el significado de las candidaturas testimoniales en la Argentina.
Uno de los espectáculos más divertidos que han surgido a raíz de la crisis económica global, es observar los malabares que hacen los países para que sus ciudadanos vuelvan a tirar cosas útiles a la basura.
Eluana Englaro murió sin ayuda, el lunes pasado a las 20.10, mientras el Senado de Italia intentaba apurar una ley para impedir su muerte.
Una doble campaña publicitaria —con tintes de revolución religiosa y conmoción vehicular— ha ganado las calles de Barcelona, Málaga y Madrid. Desde hace ya tres semanas puede verse, en los laterales de los colectivos de línea españoles, una publicidad enorme que dice, textualmente en letras mayúsculas, rojas y negras: «Probablemente Dios no existe; deja de preocuparte y disfruta de la vida».
Esta semana se ha recibido en España —con más alarma que vítores, todo hay que decirlo— al gerontólogo inglés Aubrey de Grey (Londres, 1963), que se ha despachado con la teoría de que, en un futuro no muy lejano, «los humanos viviremos mil años, en una especie de eterna juventud».