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Pausa
En esta época, en donde Nina cumplió diez años, escribí varias historias que aparecieron en la revista infantil Bonsai. También algunos cuentos que luego serían compilados en la antología Renuncio.
Hernán Casciari nació en Mercedes, en 1971, y todo lo que sigue es relativo o fragmentario. Nadie es como informa su biografía. En realidad, nadie es de una manera única o lineal. Pensaba en esto ayer porque —en medio del rediseño de este blog— quería actualizar el apartado «El Autor». Estaba a punto de agregar datos nuevos, y de repente me quedé en blanco. ¿Quién soy realmente? Y sobre todo, ¿quién debería explicarlo?
Hace un tiempo me invitaron a Lima para dar una charla. Justo antes de volver a casa, en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, unos policías muy enojados me llevaron a la rastra a un subsuelo, me pusieron las manos contra la pared, me abrieron las piernas, rompieron una por una las artesanías que le llevaba de regalo a Nina y me hicieron pasar una eternidad maravillosa junto a dos perros amaestrados: uno blanco, el otro negro.
Que me perdonen este jueves las damas presentes, pero tengo la necesidad de hablar sobre fútbol. Pero es aún peor: hablaré sobre la regla futbolística menos comprendida por la platea femenina: el offside. Yo no sé si es porque estoy viejo, o porque estoy harto de ver jugadores en la misma línea a los que no se deja avanzar, pero la posición adelantada cada vez me parece más estúpida. Y voy a explicar por qué con dos metáforas y una vieja historia.
Ha llovido en el arenero del jardín de infantes, pero Alex y Lucas se sientan de todas formas en el suelo mojado. Es el segundo recreo y hay nubarrones oscuros en el cielo de Mercedes. Alex tiene la boca llena de una pasta celeste, y Lucas lo mira con un poco de envidia infantil.
Desde hoy y durante un mes entero me voy a poner monotemático y solamente escribiré sobre el Mundial de Fútbol. No es una decisión estratégica, sino la imposibilidad de pensar en otra cosa. Me encantaría tener otros cajones en mi cerebro, pero soy incapaz.
Con los años se aprende que no importa el fútbol: lo que importan son los preinfartos de los que te salvás. Es decir, los recuerdos imborrables que vas a atesorar para contarles a tus nietos.
Siempre fueron los países donde el fútbol es un pasatiempo. A veces prefieren el béisbol, la elección de Miss Universo o salir corriendo cuando los persigue un tigre. Siempre fueron las selecciones simpáticas de las Copas del Mundo. ¿Se acuerdan cuando los invitábamos a nuestros mundiales para sentir ternura? Los invitábamos porque eran coloridos y dicharacheros, y también porque nos encantaba hacerles goles desde afuera del área.